viernes, 8 de noviembre de 2024

El primer hurón clonado del mundo da a luz crías sanas en un hito de conservación

El primer hurón clonado del mundo da a luz crías sanas en un hito de conservación

La introducción de material genético de un hurón clonado tiene como objetivo mejorar la diversidad genética y mejorar las posibilidades de supervivencia de la especie


Sujita Sinha, 5 de noviembre de 2024 03:41 a. m. EST

En un avance innovador para la conservación, un hurón de patas negras clonado llamado Antonia ha dado a luz a dos crías sanas, lo que marca la primera vez que un clon de una especie estadounidense en peligro de extinción se ha reproducido con éxito. Este hito representa un paso importante para asegurar el futuro de los hurones de patas negras, uno de los mamíferos más amenazados de América del Norte.
Antonia, que es un clon, fue creada a partir del material genético de Willa, un hurón de patas negras cuyo ADN fue recolectado en 1988 y preservado en el Zoológico Congelado del Zoológico de San Diego. Willa era única en su diversidad genética, un rasgo valioso que los conservacionistas están ansiosos por reintroducir en la población actual de hurones de patas negras. Paul Marinari, curador principal del Instituto Nacional de Zoológico y Biología de la Conservación del Instituto Smithsonian, elogió las crías de Antonia como un "hito importante", enfatizando que su genética podría fortalecer la salud y la resiliencia de la población. [...] El exitoso apareamiento de Antonia con un hurón macho llamado Urchin dio lugar al nacimiento de tres crías, aunque una no sobrevivió. Las dos restantes, un macho y una hembra, gozan de buena salud y representan un avance revolucionario en la recuperación de especies. Este éxito demuestra cómo la tecnología de clonación puede favorecer la diversidad genética, mejorar los resultados de la reproducción y abrir nuevas vías para la recuperación de especies.

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Descubren una nueva especie de tiranosaurio en México

Descubren una nueva especie de tiranosaurio en México


DW, 07/11/2024

Un grupo de paleontólogos halló una especie apodada "Labocania aguillonae" a partir de unos huesos que estuvieron guardados en el cajón del Museo del Desierto en Saltillo, México, durante veinte años. [...] El Labocania aguillonae fue nombrado así por su descubridora, Martha Aguillón. Se trata del segundo tiranosaurio hallado en México tras el descubrimiento de Labocania anomala, hallado en 1974 en Baja California (México), lo que refleja la importancia de las investigaciones paleontológicas en este país. Los estudios sobre el Labocania aguillonae indican que era una especie de unos diez metros y medio de longitud y patas alargadas, dispuestas para conseguir gran velocidad, aunque su constitución corporal se cree que era más ligera que la del poderoso Tyrannosaurus rex. De hecho, a diferencia de su primo corpulento, este animal tenía ojos grandes, que quizá le ayudaban a cazar con poca luz, y un hocico pesado para acabar con presas indefensas.
"No podemos decir que era completamente cazador ni carroñero; tenía un cráneo más corto, un poco más chato; brazos cortos con dos dedos y unas patas más largas también", dice Rivera, uno de los coautores de la reciente investigación, en una entrevista con el diario español El País.
Los exámenes de esta especie sugieren que pertenecía a un grupo conocido como Teratophonii. Este linaje de constitución ligera era más cercano al Tyrannosaurus rex que los animales del norte como el Albertosaurus.

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viernes, 1 de noviembre de 2024

Hallan un sapo tan pequeño que cabe en un dedo, como si se hubiese escapado de una película de miniaturización

Hallan un sapo tan pequeño que cabe en un dedo, como si se hubiese escapado de una película de miniaturización

Este sapo encontrado en Brasil mide tan solo 7 mm y ha asombrado a la comunidad científica.


Eugenio M. Fernández Aguilar, 30.10.2024 | 10:35

Un grupo de científicos ha descubierto una nueva especie de sapo diminuto en la Selva Atlántica de Brasil. Este pequeño anfibio, llamado Brachycephalus dacnis, tiene una longitud de apenas unos milímetros, lo que lo convierte en uno de los vertebrados más pequeños del mundo. Este hallazgo, publicado en la revista PeerJ, subraya la rica biodiversidad de esta región y las sorpresas que aún puede ofrecer la naturaleza. Lo más sorprendente es su tamaño: cabe fácilmente en la yema de un dedo. [...]
El Brachycephalus dacnis es un ejemplo perfecto de miniaturización extrema. Los vertebrados miniaturizados, como este sapito, muestran una serie de adaptaciones únicas. En especies tan pequeñas, algunos huesos se pierden, fusionan o se reducen. Sin embargo, el B. dacnis es una excepción en ciertos aspectos: aunque es uno de los anfibios más pequeños del mundo, su cráneo mantiene huesos que otras especies miniaturizadas suelen perder.
Además de sus rasgos óseos, los científicos analizaron su bioacústica y su ADN para diferenciarlo de otras especies cercanas. Los machos de esta especie emiten un canto característico para atraer a las hembras. [...] El pequeño tamaño de este sapo y su coloración críptica hacen que sea muy difícil de detectar.

Descubierta una nueva entidad biológica en el interior del ser humano: los obeliscos

Descubierta una nueva entidad biológica en el interior del ser humano: los obeliscos

El inesperado hallazgo de misteriosas moléculas más pequeñas que virus, en la boca y los intestinos, abre un mundo en las fronteras de la vida, con posibles implicaciones para la salud




La naturaleza todavía esconde sorpresas descomunales. Un equipo de siete científicos —incluidos dos españoles y el nobel estadounidense Andrew Fire— ha descubierto en el interior del ser humano una nueva “entidad biológica”, en la frontera de lo que se considera vida. Estos elementos, bautizados obeliscos y todavía más sencillos que los virus, son agentes infecciosos que aparentemente colonizan algunas bacterias de la boca y los intestinos de las personas. Su presunto impacto sobre la salud humana, perjudicial o beneficioso, está todavía por dilucidar. “Los obeliscos son inclasificables”, sentencia el virólogo Marcos de la Peña, coautor del descubrimiento.
Los investigadores han detectado obeliscos en la mitad de las 32 bocas analizadas y en el 7% de las heces de 440 donantes. El propio De la Peña se hace una pregunta obvia: “¿Cómo narices nadie lo había visto antes?”. El manual de instrucciones presente en cada una de las células de una persona, su ADN, posee unos 3.000 millones de letras. Frente a esa complejidad inimaginable, los obeliscos son una molécula circular estirada que apenas tiene unas mil letras de otro tipo de material genético, el ARN.